La victoria imposible. Tazio Nuvolari. GP Alemania 1935
La Historia
Nuvolari, el
Mantuano Volador, tras sus innumerables victorias tanto en motos como en
coches, afrontaba 1935 con la intención de acceder a alguna de las escuderías alemanas, Mercedes o Auto Unión (Audi).
Sin
embargo, la presión de Achille
Varzi, piloto de Auto Unión, dio al traste
con esa posibilidad y el italiano negoció con la escudería Ferrari un hueco
con los obsoletos Alfa Romeo P3. Tampoco lo tuvo fácil. Problemas anteriores con Enzo Ferrari
hicieron que fuera necesaria la intervención del propio Mussolini para finalmente hacerse con un asiento en
la escudería del Cavallino
Rampante.
Llegamos a Nurburgring, El Infierno Verde.
Alemania, 28 de julio de 1935 y un Hitler que ve en las carreras una plataforma
ideal para la imagen del régimen
nazi. Así, alinean en la parrilla
nada menos que 9 “flechas
plateadas” (4 Mercedes y 5
A.U.) Son coches que están
muy por delante tecnológicamente
del resto; tanto en diseño
como en potencia: Los casi 400CV de los alemanes dejan en evidencia a los 265CV
del Alfa de Nuvolari.
25 coches afrontan la carrera, 22 vueltas
para completar en total unos 500 km y 300.000 alemanes que no contemplan otra
posibilidad que la victoria de uno de los suyos.
Durante las primeras vueltas, Rudolf
Caracciola (Mercedes) y Bernd Rosemayer
(A.U.) luchan por la primera plaza sobre una pista mojada. En un segundo grupo,
Stuck (A.U.), Brauchitsch y Fagioli
(Mercedes) y un sorpredente Nuvolari con su viejo Alfa Romeo. El pequeño mantuano, medía 1,65, hacía todo tipo de aspavientos
en el coche, incluso le hablaba, era su forma de conducir, el genio italiano
mantenía el tipo.
En la novena vuelta, Rosemeyer entra en
boxes a cambiar neumáticos.
El resto de coches alemanes continúan mandando “manu militari” la carrera y
de los Alfa Romeo sólo
queda en liza Nuvolari, los otros dos se han retirado.
Pero Nuvolari, aguanta de forma
incomprensible el ritmo de la cabeza, e incluso va recortando distancias, logrando
bajar en esa vuelta de los 11 minutos. Algo
jamás logrado en Nurburgring. Los
espectadores se convierten en testigos privilegiados de ver a un piloto “Al Otro Lado”. Una experiencia que en contadas ocasiones
viven estos aurigas del motor. Senna bajo la lluvia de Donington en 1993,
Fangio en Nurburgring en 1957… Senna lo definía como el paso a una
dimensión paralela en la que todo
sucede a cámara
lenta e incluso el control del coche escapa del “yo consciente”.
Nuvolari adelanta a Caracciola y es líder de la prueba. El
anuncio por la megafonía
del circuito deja muda a la multitud. ¡No puede estar sucediendo!
Tras el italiano, Rosemeyer y a su zaga, Von
Brauchitsch que clava una vuelta inimaginable de 10’ 32”.
Última parada en boxes que los cuatro de
cabeza, Nuvolari, Von Brauchitsch, Rosemeyer y Caracciola, efectúan al tiempo.
La impecable disciplina de los alemanes de
Mercedes consigue colocar tras la parada a Von Brauchitsch en cabeza, seguido
de Caracciola y Rosemayer.
¿Y Nuvolari? El desastre ha sentado plaza en
el box de Ferrari, la bomba de repostaje se ha roto y los mecánicos se ven obligados a
rellenar el depósito
de forma manual. Pasan 2’
14” hasta que
consigue volver a la pista.
Todo parecía volver a la normalidad y
los jerarcas nazis presentes en el circuito respiraban tranquilos una vez
eliminado de la ecuación
el molesto italiano.
Faltan 6 vueltas y la victoria de Von
Brauchitsch parece cantada. Neubauer, jefe de equipo, le ordena conservar
ruedas y bajar el ritmo, pero la exaltación y el empuje de los 300.000 espectadores
empujan al alemán
a seguir apretando.
Y en ese momento, desafiando, una vez más, a toda lógica Nuvolari ha ido
recuperando posiciones ¡y es 2º!
-¡Amazza
oh!,
(¡Que me maten!)
comenzando a recortar la distancia con el líder.
En
la última vuelta, la distancia
entre ambos se ha reducido a unos exiguos 30” (no olvidemos que el circuito
tiene un perímetro
de casi 23 km).
Los
coches desaparecen de la vista en ese entramado boscoso y todo el mundo está pendiente de las
actualizaciones que se van facilitando por la megafonía. Pero es tal el estado de
agitación del comentarista que
apenas se le puede entender lo que dice.
El
silencio sobrevuela la línea
de meta y todos contienen la respiración esperando ver surgir de entre la niebla
una flecha plateada.
Pasan
los minutos y finalmente el ruido de un motor anuncia la llegada del coche
vencedor. La bandera a cuadros se rinde al héroe de Nurburgring y su color es…
-
¡Rosso,
é
rosso. Sconvolgente, incredibile, assolutamente
travolgente¡
(¡Rojo,
es rojo, arrasador, increíble,
totalmente aplastante!)
El
coche nº 12 con Nuvolari al volante,
el obsoleto Alfa Romeo P3 Type B de la escudería Ferrari ha conseguido lo
que parecía imposible, desafiando así a la crónica no escrita de los jerarcas nazis.
Tan
seguros estaban de que iban a escuchar el Deutschland über Alles (himno alemán) que no contaban con una
copia de la Marcia Reale (himno italiano). Pero una vez más Nuvolari sorprendía y una ajada copia que
llevaba consigo atronó
los altavoces de Nurburgring.
La
corona de laureles, pensada, como no, para los altos pilotos alemanes colgaba
absurda en el menudo cuerpo del triunfador.
No
es extraño que a esta victoria se la
conozca como “La
Victoria Imposible”.
Los aficionados que se acercaron, con temor reverencial incluso, a ver el pequeño Alfa lo llamaban el coche
del Der Teufel (del diablo) no encontraban otra explicación para lo que acababan de
presenciar.
Un par de enlaces a vídeos de la carrera:
https://www.youtube.com/watch?v=ATWZgxlCknw
https://www.youtube.com/watch?v=l2BqxUxxld4
Un par de enlaces a vídeos de la carrera:
https://www.youtube.com/watch?v=ATWZgxlCknw
https://www.youtube.com/watch?v=l2BqxUxxld4
Fotos finales
La elaboración de la viñeta
Después de leer sobre esta carrera y redactar el texto que ya habréis leído mas arriba, tenía claro como iba a ser la viñeta.
El piloto, figura comercial de la marca La Meridiana no ha sufrido más transformación que un giro de su mano izquierda para colocarle el disco del himno italiano, que blande orgulloso ofreciéndolo a los jerarcas nazis para que suene en Nurburgring. Sustituí la corona de laurel que venía con la figura por otra que me fabricó un buen amigo a base de hojas y ramitas de tomillo y de un tamaño más acorde con la realidad, tal y como puede apreciarse en las fotos.
La figura del niño de la marca Andrea, me venía al pelo con esa mirada hacia arriba para mostrar el asombro que entre el público produjo la victoria de Nuvolari. Le añadí el banderín con la bandera alemana, claramente inclinado hacia el suelo, en señal de derrota.
La misma intención tuve con las tres banderas. Quise, de forma intencionada, mostrar la italiana más airosa, ondeando al viento, en tanto que las dos alemanas que la flanquean están más caídas.
Carrocería y ruedas antes de la transformación. |
El coche ya con su tren delantero acabado. |
La pintura de las figuras está enteramente con óleos. El coche tiene una base acrílica con aerógrafo y posteriormente está tratado con óleo y pigmentos para el envejecimiento y aspecto de sucio tras la carrera.
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